Dom. Mar 26th, 2023
Gira olímpica y gol en el Estadio Insular

En los primeros meses de 1983 se emiten por radio ¿Y cómo es él?, de José Luis Perales y Embrujada de Tino Casal. Todo un presagio de lo que vendría al final de la temporada.
La afición giallorossi ha disfrutado cada fin de semana de un partido con los mejores del país durante 19 años consecutivos.

Para el último día,
El 1 de mayo el Athletic Club Bilbao -entonces Bilbao- se presentaba en el Estadio Insular con aspiraciones de conquistar el campeonato de Primera División. Luchaba por el título contra el Real Madrid, que jugaba en Valencia. Un cruce diabólico, los cuatro se jugaban algo, la Unión Deportiva se disputaba el descenso con el equipo de Mestalla.

Las cosas no empezaron mal, un gol en propia puerta de De Andrés hacía buen presagio, pero antes del descanso los rojiblancos ya habían dado la vuelta a la tortilla. Las noticias de Valencia no acompañaron. Tendillo hizo el 1-0 para los locales, que llegaron al descanso.

Nada cambió en la segunda mitad, al final ganó el valenciano.
Eso obligó a ganar a Las Palmas pero en Ciudad Jardín la cosa empeoró, los de Clemente atravesaron la portería amarilla, se desnudaron todas las costuras. Al final del partido en el Insular, hubo un jugador estrella y un descenso en el campo. Alegría y amargura al mismo tiempo.

El grueso de la afición giallorossi se quedó parada para la juerga por el título vasco, aplaudiendo a los campeones y llorando por su Scudetto al mismo tiempo. La pérdida de categoría no parecía real, era como una pesadilla, ni siquiera la hora del partido era la habitual, las 16.30 horas.

Se ha cerrado una etapa del club y también de la ciudad, de la isla. En el camino hubo finalistas, victorias llamativas, jugadas llamativas y pérdidas de seres queridos que nunca olvidaremos:
Tonono y Guedes.

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Todo se aclaró en minutos. fue un duelo

Como los txikarrones del norte, que estaban solos, claro, se preparan para derrocar a los campeones. Por primera y única vez, el Estadio Insular fue escenario de la proclamación de un campeón de Primera División.

Desde la zona de banquillos, los visitantes se dirigieron a la esquina de la curva de Grada, saltando y saludando a la multitud que aplaudió en señal de reconocimiento. Le dieron la vuelta a todo el rectángulo. Pero
¿De dónde viene esta tradición del regreso de los campeones?

La selección uruguaya se presentó en los Juegos Olímpicos de París 1924, que se realizaron en el estadio Colombes. Los Azzurri tuvieron un campeonato excepcional, eliminando a Estados Unidos, Francia, Holanda y finalmente venciendo a Suiza 3-0 en la final.

El público francés, al inicio de los partidos, tomó la participación de la selección sudamericana como algo exótico, pero poco a poco, gracias a su estilo de juego, fue ganando su simpatía.

Así que al finalizar la final, y para agradecer el apoyo de la afición, los jugadores recorrieron el estadio saludando al público y recibiendo calor en forma de vítores y aplausos.

La vuelta olímpica, o vuelta de campeones, se realiza siempre en sentido contrario a las agujas del reloj, como las competiciones de atletismo, de izquierda a derecha.

La excepción a la regla es un club de Montevideo, Defensor Sporting Club, que gana en el sentido de las agujas del reloj.

Hay dos teorías sobre el cambio de rumbo, una de ellas dice que todo comenzó cuando Defensor Sporting ganó el campeonato nacional de Uruguay en 1976 y lo celebró dándole la vuelta como venganza de los equipos pequeños contra los dos grandes de la país. Por primera vez desde que comenzó la liga profesional en 1932, no la ganó Peñarol ni Nacional. ¡En 43 ediciones de la Liga había habido sólo dos campeones!

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Naturalmente, la destacada victoria merecía una singular celebración.

El otro dice que fue una forma furtiva utilizada por los jugadores de Defensor Sporting para manifestarse en contra de la dictadura del presidente Juan María Bordaberri, quien gobernó el país después de un golpe militar en 1973.

Aquel equipo uruguayo de 1924 lanzó la remontada olímpica y sin querer también el gol olímpico.

Al regresar de los Juegos Olímpicos de París, se armó un duelo a dos piernas con los vecinos argentinos. Los argentinos querían demostrarles que eran mejores, que el oro olímpico no era nada.

El partido de ida en Montevideo terminó en empate a la una. La vuelta definiría quién era el equipo más potente, se consideraba una reválida.
La victoria recayó en la selección argentina por 2-1, uno de los goles lo marcó Cesáreo Onzari al introducir el balón en la portería uruguaya desde un córner sin que ningún otro jugador lo tocara..

Pero hubo polémica porque el tiro de esquina hasta entonces era un tiro indirecto. Unos meses antes la Federación Internacional de Fútbol -FIFA- había cambiado la regla, el saque de esquina ya no era indirecto, pero no lo había comunicado oficialmente a las Federaciones, por lo que la nueva regla no entró en vigor y el gol tuvo que ser anulado.

A pesar de las protestas uruguayas, el gol subió al marcador y quedó para siempre como el primer gol olímpico de la historia, a pesar de no ser legal.

Los comentaristas de radio lo expresaron así: «¡GOOOL a las Olimpiadas!». Y la prensa del día siguiente se manejó en los mismos términos, por lo que los fanáticos rápidamente adoptaron el nombre.

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El primer gol olímpico en una Copa del Mundo lo anotó el cubano Magriñá en un partido Cuba-Rumanía durante el Mundial de Francia 1938 el 5 de junio.

A estos goles nadie escapa, ni siquiera los mejores porteros de la historia, Lev Yashin -la araña negra- lo anotó un colombiano llamado Coll en el Mundial de Chile 1962 el 3 de junio.

Una rareza que implica un gran golpe del lanzador y cierta confusión del arquero.

Vegazo, el precursor de Gran Canaria

Incluso la afición giallorossi ha podido, a lo largo de la historia, disfrutar de alguno de esos campos.

El historiador del fútbol Javier Domínguez recuerda haber visto uno de Bosmediano y otro de Vegazo cuyo lanzamiento de penalti lo desviaba a córner el portero del San Fernando. Vegazo saca el córner y marca directo.

Uno de los que tenía una enorme habilidad para estos tiros era Gabino, que debutó en el Betis en 1983, un jugador que marcó al menos diez goles olímpicos durante su carrera profesional.

Por Jose Luis Pastor Gomez

Jose Luis Pastor Gómez es un famoso periodista español. Nació el 5 de mayo de 1966 en Madrid, España. Tras finalizar sus estudios en la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera profesional como periodista en 1988. Ha trabajado para varios periódicos y revistas como El País, El Mundo y ABC. Además, ha colaborado en diferentes programas de radio y televisión. Su trabajo ha sido reconocido con varios premios, como el Premio Rey de España al Mérito Periodístico (2001) y el Premio Nacional de Periodismo (2002). En la actualidad, José Luis Pastor Gómez es miembro de la junta directiva de la Asociación Española de Editores de Periódicos (AEDE) y de la Asociación Internacional.

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