Cuando Fernando Arencibia salía por la puerta del Bazar Monterrey Solo encontré algunos plátanos y la construcción de un edificio. “Al principio lo que más vendía eran lápices para el trabajo”ríe Andrés Rubén Arencibia, la segunda generación de la empresa. En 1962 el fundador decidió abrir el negocio porque estaba cansado de trabajar en el sector de la hostelería y un amigo suyo había hecho bien en crear un bazar, por lo que decidió embarcarse en la aventura que no fue nada fácil durante los primeros años.
Arencibia nació en Fontanales y se mudó a la capital a los 14 años para trabajar en el bar de un familiar. Era un trabajo muy duro, donde a veces tenía que dormir en la misma habitación. Por ello, decidió abrir su propio negocio en el Paseo de Tomás Morales, una zona en plena expansión. El pequeño bazar fue inicialmente una casa y tras la reforma se convirtió en una tienda en la que todo ha sido vendidodesde periódicos, revistas, tabaco hasta productos de limpieza, juguetes o perfumería. «De un alfiler a un elefante», dice el fundador. “Recuerdo haber venido en Navidad para ayudar a mi papá e incluso vender volantes, así que nos quedamos despiertos hasta las 11 de la noche y mi mamá nos dijo que fuéramos a comer”, explica.
“Al principio no había supermercados, así que solo había esto y la gente venía a comprar aquí”Refleja su hijo y actual propietario. Cuando empezaron a surgir las grandes tiendas, dejaron de vender aquellos productos que se podían encontrar en otros lugares y transformaron la mercancía para estar a la altura de los tiempos. Para ello aumentaron la oferta de revistas y dulces y sacaron del mostrador toda la mercancía, excepto el tabaco, para que los clientes los miraran con tranquilidad.
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«Tengo una buena parte de la clientela que son coleccionistas de figuritas y también de coches a escala»
Fue una decisión implementada con cierto recelo por temor a un posible robo. Ya han sufrido robos en otras ocasiones: «Una vez me robaron y corrí tras ellos, al día siguiente apenas podía moverme». «Era un cambio que propusimos imitando a las gasolinerasAl principio teníamos miedo, pero eso es lo que funciona”, enfatiza el actual propietario.
El negocio ya está bien asentado y tienen clientes de toda la vida y nuevos que son los que siguen dando vida a la rueda dentada del bazar. Las ventas han cambiado mucho, lo que más se vende son los estancos, las revistas y los cromos de fútbol, que han tenido un boom gracias al Mundial. «Tengo buena parte de la clientela de coleccionistas de cromos y también otros temas como los modelos de autos”, dice Arencibia. «Son principalmente las abuelas las que compran pegatinas para sus nietos», revela.
Andrés Rubén Arencibia ayudó a su padre cuando era joven, pero nunca imaginó que sería el heredero del negocio familiar. Sin embargo cuando su padre sufrió un percance de salud que lo alejó del bazar durante un año, su madre comenzó a hacerse cargo de la tienda. Posteriormente pasó a manos de él y su hermana y finalmente se quedó con su esposa Esmeralda Pérez.
Su pasión siempre ha sido la Criminología, carrera que estudió en una universidad privada, que lo engañó al afirmar que la carrera estaba reconocida por el Ministerio de Educación. Saber que se había graduado y había sido engañado, fue la gota que colmó el vaso por el que decidirse continuar al bazar
EL pandemia fue un reto para Arencibia pues aunque los números fueron más redondos, cuando volvió a casa estaba «agotado» por el cansancio que le provocaba la incertidumbre del momento. Recuerda que durante aquellas semanas de confinamiento una de las cosas que más demandaban los clientes eran los juegos de mesa. «La máquina expendedora se ha quedado sin parchís», Recordar. Eran tiempos de preocupación, pues al estar frente al público se sentía expuesto a una enfermedad que no era del todo conocida ni siquiera por los expertos. Parecía una historia del Lejano Oeste, como esos libros que leía su padre nada más abrir la tienda para divertirse ante la falta de clientes en los duros comienzos.
apetito por la lectura
La venta de libros es una de las últimas adiciones a la mercancía. Los clientes pedían títulos de Arencibia, por lo que decidió que era un complemento imprescindible para saciar el apetito de lectura de sus clientes. “Tenía las dos repartidoras de revistas y vi que traían libros y compré unos por internet títulos”, explica. “Traen al rey de los libros, porque están interesados en lo normal, en los más vendidos”, agrega mientras un cliente compra un libro romántico de la escritora Megan Maxwell.
A pesar del aumento en las ventas de libros, las revistas siguen siendo superventas. «La semana que viene guárdame la revista ¡Hola! que traerán otro especial de la boda”, pide un cliente en Arencibia. Se refiere al matrimonio de Tamara Falcó con Íñigo Onieva, la noticia de la prensa rosa que se hizo viral la semana pasada. A media mañana, la edición de ese día de la revista que revelaba exclusivamente la conexión con la celebridad había terminado. Y no eran pocos los clientes que pasaban por allí para saber si quedaba algún ejemplar.
Cada pocos minutos entra un cliente y compra dulces o revistas o cromo para agregar a la colección de su sobrino. Arencibia sabe más después de 30 años. «Lo mejor es tratar con la genteconoce a todas las personas que conoces”, señala.