No te hablaré de los estragos que el tabaco provoca en la salud propia y ajena, ni del sufrimiento de los enfermos y familiares cuando afrontan las consecuencias. Mucho se ha publicado al respecto y hay grupos que se han convertido en un faro que nos recuerda lo fácil que es hundirse cuando se cree que todo está bajo control.
Como canario y como profesional de la salud convencido de la prevención de la salud personal y la salud pública, ahora que parece que por fin estamos asimilando lo que es la idea de One Health, salud global para nuestro planeta; ahora que países como Nueva Zelanda han dado el valiente paso de la erradicación del tabaco y, por tanto, sus consecuencias a medio y largo plazo, me preocupa la deriva que toma la etiqueta de «Canarias» cuando se invierte tanto dinero en unir estas islas al turismo de excelencia, a una imagen verde, a un proyecto sostenible, a una propuesta de calidad y todas esas cosas que se dicen en las ruedas de prensa de las instituciones públicas y, sin embargo, una vez más, queremos asociar el nombre del archipiélago con unas cajetillas de cigarrillos con imágenes que nos recuerdan lo cerca que nos deja el sufrimiento y la muerte.
Y lo más sorprendente es la justificación: 120 puestos de trabajo. Es cierto que también se habla de inversiones y exportaciones, pero ¿qué supondrán para Canarias? ¿Se quedará el beneficio de las exportaciones en las islas más allá de los puestos de trabajo creados? ¿La inversión se referirá a carreteras, alumbrado, hospitales, parques, viviendas…?
Si queremos ser cómplices de este mercado de la muerte, ¿podemos argumentar que crea tantos puestos de trabajo como un hotel de cuatro estrellas?
Por otro lado, reconozco que a la hora de diversificar la economía siempre he pensado que se trataba de realizar planes estratégicos que potenciaran aquellos sectores que se adaptaban a las necesidades de Canarias (cine, investigación, tecnológico desarrollo…), que todo ‘diferente de lo que se nos ocurra con propuestas que no nos lleven al futuro sino al pasado.
Varias asociaciones profesionales de la salud ya se han pronunciado en contra de este proyecto. Tal vez sea porque vivimos muy de cerca las consecuencias de una industria de la que no deberíamos estar especialmente orgullosos.
Sinceramente, no me parece aceptable creer que 120 puestos de trabajo justifiquen poner una alfombra roja a alguien que ha hecho tanto daño a la salud y lo sigue haciendo.
María Loreto Gómez Guedès
Presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Las Palmas