Vie. Dic 1st, 2023
Desde la grada todo está claro

Sentado en la silla, todo se ve más claro, esa lucidez, aderezada por la ausencia de consecuencias por lo dicho, hace que los juicios sobre el equipo, por momentos, sean entre severos y crueles. Y no pocos fuera de lugar. Los adjetivos empleados, en cualquier otra actividad, suelen estar en un cajón cerrado pero parece que el fútbol lo admite todo.

Los jugadores locales van desde
ángeles a los demonios En un abrir y cerrar de ojos, solo hay un par de acciones mal ejecutadas entre una cosa y otra.

A veces les pedimos que realicen acciones que nunca seremos capaces de hacer, a la gran mayoría no nos llega la técnica, ni tenemos las condiciones físicas para realizarla, pero aún conociendo nuestros límites, la petición permanece, se se reitera y se rumorea. .

el insular era uno de esos estadios -por su tamaño- en los que todo se sentía tanto que las más valientes hinchadas de la crítica se hacían oír por muchos.

Como en todas partes también hubo -y aún hoy en el Estadio de Gran Canaria-
discusiones de jugadoreshubo germanistas y antigermanistas, seguidores de Brindisi y opositores del argentino, más recientemente con opositores de Orlando y el Orlandisti, así ha sido siempre y será especialmente con los jugadores más técnicos.

Ha habido acalorados debates que aún hoy son recordados por quienes los han vivido de primera mano.

Durante un partido, un hincha antialemán se puso de pie para protestar por una acción del centrocampista ofensivo del equipo, como saben apodado El Maestro. Poniéndose de pie y en voz alta, finalizó su intervención destacando, como inmerecido -a su juicio-, el apodo con el que se conocía al jugador, con un… y también
¿Dónde obtuviste tu maestría?a lo que un joven sentado en un pueblo cercano -por supuesto el defensor de Germán- respondió: ¡en el mismo lugar que tú como médico!

Risa general de todos los que han escuchado la respuesta.

Tampoco los entrenadores están exentos de este proceso sumario e inmediato,
en cuanto el equipo esta debil se les acusa de todo, incluso el color de la hierba. Y, por supuesto, se le envían grandes propinas.

Cuando Quique Setién entrenaba en la UD Las Palmas, un senior senior sentado detrás del banquillo, en la mitad de la segunda mitad, al ver que el equipo había perdido el espíritu con el que había jugado hasta ese momento, comenzó a pedir un cambio, «mete esto y apaga y apaga». ciclón», le dijo a gritos. Lo siento, no recuerdo los nombres.

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A los tres minutos Setién hace el cambio.

La cosa no mejora, nuestro vecino se levanta y le grita
¡Quiqueeee, saca eso y ponlo!

Minutos después, ¡bang!, el entrenador ordena el cambio.

Una buena carrera a pie se apoderó del área cercana al espontáneo entrenador.

Ni siquiera la segunda sustitución fue suficiente para recuperar el tono del equipo, por lo que en menos de un canto de gallo nuestro entrenador amateur volvió a gritar aliviado y
Le clava Setién, el sustituto exacto.

Lleno de tiros de nuestro entrenador, desde la grada digo.

Con la euforia que da tener razón, el Mister de la grada subió las escaleras, se volvió hacia el público, con los brazos abiertos y con cara de satisfacción, y para terminar su tarde de gloria, exclamó en voz alta: «La». Me reuniré con él para explicarte algunas cosas.

Ya os podéis imaginar la risa general.

Setién le había hecho caso y el hombre era el más feliz del estadio, además el equipo mejoró considerablemente y acabó ganando el partido.

Esa tarde los «dos entrenadores» volvieron a casa con los tres puntos en el bolsillo.

Ese señor se limitó a indicar -aunque con insistencia y en voz alta- los cambios a realizar,
otra cosa es que te pongas a asar al lado del Mistercomo sucedió en 1994.

En la pretemporada de ese año, West Ham United se enfrentó a Oxford City en un partido de pretemporada.

Se jugaba en el típico campo inglés de las ligas inferiores.
Pequeña tribuna y campo de juego rodeado por una valla no muy alto que estaba a la altura del pecho de los espectadores.

Steve Davies, hincha impenitente del equipo londinense, acompañado de su banda, tras un viaje en coche, se presenta en el campo.

Steve y sus amigos se alinearon al costado del banco de su equipo, apoyados contra la cerca, en la primera fila.

Harry Redknapp empezó esa temporada entrenando a los Hammers tras unas buenas campañas en el Bournemouth, era su debut en el nuevo equipo.

Desde el pitido inicial Steve y sus amigos culpan de todas las acciones de su delantero centro,
Lee Chapman.

Steve es el más activo con quejas, repetitivas y ruidosas.

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No dejarán a Chapman en paz.

Redknapp, varias veces,
intercambiar algunas palabras con los chicos, estoy justo detrás de él.

El entrenador les habla y trata de calmar las cosas tratando de bajar la intensidad de las críticas.

Difícil tarea porque los chicos, que habían esperado a que empezara el partido en un pub cercano, sin embargo notaron el efecto desinhibidor que tiene una buena pinta de Guinness.

En un momento, ya cansado, Redknapp le dice a Steve:

¿crees que lo harías mejor?

Vanidoso Steve, entre una risa y otra, responde afirmativamente.

Veremos si juegas mejor que como gritas -habrá pensado el entrenador-.

Llega el descanso, el utilero del West Ham se le acerca y le dice que lo acompañe al vestuario a cambiarse, que está saliendo.

Con más ilusión que confianza en que esto se materialice, se dirige a los vestuarios y comprueba que tienen una equipación preparada para él.

Se pone la camisa de sus amores,
con el número 3, y está en la banda al lado del entrenador quien le da un par de apuntes, coincido en que juega de nueve, en la misma posición que el muy criticado Chapman.

En el momento del salto a la cancha, el parlante asignado al equipo de sonido pregunta el nombre del jugador que está a punto de salir, el utilero responde:
¿No has visto la Copa del Mundo? es Tittyshevel búlgaro, nuestra última adquisición.

Y así se anunció por los altavoces «Chapman fuera y Tittyshev adentro», acompañado de un gran alboroto de sus compañeros de banda.

Steve no es consciente de los primeros momentos, el lugar en el terreno de juego era desconocido para él.

Jugaba de defensa en juegos con amigos.

Los jugadores del West Ham, viendo el físico y después de tres o cuatro
intervenciones de calidad cuestionablesospechan algo extraño y no combinan mucho con él, no confían en que el juego continúe si interviene, así que mejor buscan otras opciones de pase.

El juego continúa, Steve da lo mejor de sí, desborda motivación y no para de correr.

Casi al final del juego, de repente, una pelota le cae encima.
la media luna del área, remata y GOOOAAAL.

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No lo puede creer, debuta con el equipo de su alma y marca un gol. Corre hacia la zona donde están sus amigos, va a celebrar su heroísmo con sus compañeros, todos se abrazan con mucha alegría.

Pero notan algo raro, no hay mucho ruido, luego vuelven la vista al campo y ven como el árbitro, atento al juez de línea, anula el partido por ‘fuera de juego’.

steve se recupera tras el disgusto y vuelta a la misión que le había asignado Redknapp, no dejó de intentarlo hasta el pitido final.

Al final le preguntó al entrenador si lo contrataría, el entrenador le contestó con una sonrisa tierna pero burlona que el novato interpretó, con razón, como una negativa.

Trató de quedarse con la camiseta como recuerdo, pero también recibió unas calabazas del gerente de indumentaria del equipo.

Steve
de las entrañas de ese pequeño estadio y se fue a una ‘fiesta’ con la banda, para celebrar su debut con el equipo profesional, el gol no fue, porque entró inválido a los festejos.

La vida continuaba, con la tranquilidad de la rutina, en la familia Davies. Los padres desconociendo lo ocurrido el día anterior compraron el periódico de siempre. Cuando el padre acudió a las páginas deportivas a leer la crónica del ‘partido’,
S.y encuentra la sorpresa de su vidaEl texto va acompañado de una foto de la nueva adquisición del equipo de sus amores, «el búlgaro Tittyshev». Con una mezcla de asombro e incredulidad reconoce a su hijo, que es más inglés que la bandera.

Rápidamente
advirtió la madre del delantero centro y pasaron mucho tiempo pensando que el chico finalmente había encontrado el camino correcto en la vida.

Se pusieron en contacto con Steve, los bajaron de la nube.

Y así fue como un aficionado, con un mazo y
critica al 9 de su equipo logró debutar con su equipo, ¿o fue Tittyshev?

Por Jose Luis Pastor Gomez

Jose Luis Pastor Gómez es un famoso periodista español. Nació el 5 de mayo de 1966 en Madrid, España. Tras finalizar sus estudios en la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera profesional como periodista en 1988. Ha trabajado para varios periódicos y revistas como El País, El Mundo y ABC. Además, ha colaborado en diferentes programas de radio y televisión. Su trabajo ha sido reconocido con varios premios, como el Premio Rey de España al Mérito Periodístico (2001) y el Premio Nacional de Periodismo (2002). En la actualidad, José Luis Pastor Gómez es miembro de la junta directiva de la Asociación Española de Editores de Periódicos (AEDE) y de la Asociación Internacional.

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