José María Rodríguez
Las Palmas de Gran Canaria (EFE).- “Señores del fútbol, soy un niño de 11 años que quiere jugar”. Souleymane, que entrena duro todas las semanas en un humilde club tinerfeño, no entiende por qué le niegan la tarjeta que necesita para jugar a pesar de las promesas de la FIFA de que afrontaría situaciones como la suya.
Por eso escribió una carta a los que dirigen el fútbol mundial desde Zúrich y tienen que aprobar su ficha en la que les explica que está desesperado, que todas las semanas pregunta si puede jugar, que no entiende por qué siempre Quédate en la grada mientras sus amigos compiten… y diles lo que piensas.
“La única diferencia que veo entre ellos y yo es que soy negro y nací en África”, reprocha este niño a la organización que desde hace años adopta “¡Di no al racismo!”. como lema en todos los idiomas.
Souleymane es de Malí, llegó a Canarias hace dos años en barco, solo, sin parientes adultos. El nombre con el que aparece en este reportaje no es real, porque su familia de acogida en Canarias prefiere mantenerlo en el anonimato, pero su carta sí lo es y la situación que padece la comparten decenas de niños africanos, todos bajo la protección de el gobierno de Canarias como menores indefensos.
Elena Cotarelo, su madre adoptiva, no se resigna a que el niño sea consumido por la tristeza, y menos que en él se enciendan las semillas de la desconfianza hacia las instituciones. Está angustiada y no sabe a quién más acudir; por lo tanto, decidió hacer pública la carta.
Esta historia viene de lejos, de un reglamento de la FIFA que, en un principio, tenía como objetivo proteger a los niños: en definitiva, se trataba de cortar de raíz el deseo de muchos clubes profesionales, europeos en particular, de fichar jóvenes promesas a bajo precio. de América Latina, África o Asia en busca de un nuevo Messi, lo que había dado lugar a un inmoral comercio de niños.
Esta normativa nunca ha pensado en los clubes de aficionados, que no buscan negocio, sino que se limitan a construir canteras y hacer de cola social en sus ciudades o barrios, pero les impacta de lleno en comunidades autónomas con muchos niños inmigrantes como la Islas Canarias, Andalucía o Cataluña.; y la realidad es que nadie tiene la capacidad de luchar contra las federaciones, entonces todos renuncian.
El 8 de noviembre, la FIFA anunció un cambio en el Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores que parecía satisfacer la petición procedente de España: la excepción «humanitaria», que ya había sido habilitada para los refugiados, se extendía a aquellos niños que «tienen han sido reconocidos como vulnerables y requieren protección estatal».
círculos de vecinos
La noticia corrió como la pólvora en los círculos vecinales de Canarias, donde es raro encontrar un equipo que no cuente con un menor que haya llegado a las categorías inferiores por barco en los últimos años. Todos estos niños son menores jurídicamente indefensos, todos están bajo la tutela del Gobierno de Canarias y todos, o casi todos, pensaron ese día que desaparecería el veto a la elaboración de su expediente federal.
“En casa lo celebramos todos, menos mi hijo”, confiesa Elena Cotarelo. «Me dijo: no voy a celebrar nada hasta que pueda jugar».
Souleymane lo cuenta en su carta: «Durante mucho tiempo cada semana preguntaba si podría jugar el próximo partido. Hubo un momento en que pensé que podía jugar, ahí fue cuando mi mamá me entregó todos los documentos que exige la federación. Tenía muchas esperanzas, pero al final la FIFA dijo que no».
¿Qué está jugando FIFA en todo esto? Los chicos que han caído en este atolladero entrenan casi todos en clubes de aficionados, pero, al haber nacido en otro país, la inscripción constituye un traspaso internacional, que literalmente debe ser autorizado en la sede de la organización en Suiza.
Esto está generando situaciones sorprendentes, como la de SB, un niño al que la FIFA escribió el 13 de enero para solicitar no solo un documento que ya había aportado, la declaración de abandono que acredita su condición de menor protegido, sino también una explicación de los «motivos del traslado del jugador a España; por ejemplo, una declaración del jugador y/o una declaración de sus padres.
«¿De qué fichaje están hablando?», responde Reyes Martel, el juez de menores que en su momento medió para que la Fifa se ocupara de este tipo de situaciones. “Estos niños no han venido a España a jugar al fútbol, ni están con sus padres. Llegaron en barco, casi todos pensando en trabajar, y están solos en los centros o con familias de acogida.

Empiezan a tirar la toalla
Con la nueva normativa, Elena Cotarelo ha vuelto a tramitar la solicitud de expediente de Souleymane a través de la Federación Tenerife de Fútbol, incluyendo declaraciones juradas, justificante de escolaridad y lo más importante, certificación del Gobierno de Canarias de que el niño está bajo la tutela de la comunidad autónoma. Todo en vano, porque el expediente del niño fue rechazado nuevamente sin explicación.
No es el único caso. Testimonio de Carlos Herrera, educador en una casa de acogida de Gran Canaria que ha encontrado en estos niños el complemento a su pasión por el fútbol. Aficionado a la UD Las Palmas, medió para que varios chicos de su centro, también de Malí, entrenaran con Unión Viera, UD Telde, San Juan o Panaderías Pulido, aunque todavía no ha conseguido que le elaboren ficha.
Al igual que Elena Cotarelo, volvió al cargo tras conocer el cambio de reglamento, pero hasta la fecha todas las licencias que ha pedido a la Federación Interinsular de Las Palmas para presentar a la Fifa «han sido rechazadas sin ningún tipo de explicación».
«Los chicos me preguntan todos los días qué está pasando y hay uno que ya tiró la toalla y dejó de entrenar. Dice que no lo llamemos más hasta que pueda jugar, que se siente estafado… Y no me queda más remedio que darle la razón, yo he defendido demasiado a las instituciones y no han cumplido”, dice Herrera.
Otros han tenido mejor suerte, como Omar, un joven de la UD Guía al que le acaban de dar el traspaso tras año y medio de espera. También le preguntaron por «su traspaso». El club publicó en Twitter la carta manuscrita con los motivos: «Yo, Omar, declaro que mis padres están en Malí y no los voy a ver, porque la pasé muy mal en Malí, ya que hay mucha guerra allí. por eso vine a Canarias, para poder tener un futuro mejor.’
De ejemplo de integración a fábrica de frustraciones
Tanto la madre tinerfeña como la educadora grancanaria advierten que se está produciendo un efecto perverso: ese deporte, que siempre ha sido un cauce de integración, se ha convertido, en el caso del fútbol federado, en una fábrica de frustración, que desestabiliza a algunos niños y corre el riesgo de afectar su personalidad, en un momento muy delicado de su desarrollo.
Su denuncia cuenta con el pleno apoyo de la Dirección General de Infancia del Gobierno de Canarias: «No es justo. Lo que sucede viola los derechos de estos niños, que se sienten excluidos en su equipo. Genera mucha frustración”, dice su manager Iratxe Serrano, que tiene varios casos como estos encima de su mesa.
El juez Martel se puso en contacto con uno de los abogados de la FIFA en Zúrich, que no creía lo que el propio organismo está respondiendo a estos tipos, por lo que confía en que todo sea cuestión de aclarar la ley o sus criterios de aplicación.
Mientras tanto, Souleymane sigue entrenando con su club en La Laguna y entrena sin parar con balón en la terraza de su casa. Su madre canaria no sabe cuánto más podrá esperar antes de rendirse, porque cada espera de un hijo es un mundo. “Me siento triste, a veces me siento enojado ya veces me enojo con la FIFA”, dijo en su carta. prórroga EFE