Cualquier aficionado de la UD que se haya pasado ayer tras la cena frente al televisor comiendo un postre con la UD no pasará por alto que el postre tomó un sabor amargo a partir del minuto 79, justo cuando Álvaro Valles le dio una clara oportunidad a Manu García dándole un pase para darle un mano a mano, que aunque falló, provocó «el nanosegundo» que el Mirandés creyó que podía entrar en el partido.
«Seis segundos o un nanosegundo ya pueden pasar en el metaverso que como esto es cierto, aquí termina todo». Esta ya más que célebre frase pronunciada por la famosísima Tamara Falcó esta semana para intentar explicar los motivos de su desamor por el cazafortunas -cazador de oro- Íñigo Onieva, bien sirve para calificar la disolución de la UD con la victoria de ayer. en Miranda de Ebro.
Hasta ese 79′ Las Palmas estuvo en el metaverso de la tabla, disfrutando del dominio del partido con su juego exquisito, y el tictac del tiempo jugado de su lado ante un Mirandés que parecía hipnotizado por el movimiento en zigzag del balón de los jugadores amarillos. . .
Sin embargo, Álvaro Valles, uno de los jugadores más decisivos en el equipo de García Pimienta por sus intervenciones durante el campeonato comenzando a mantenerse en lo más alto de la clasificación del equipo, cayó en la infidelidad con la confianza que había mostrado hasta ese momento e invitó al Mirandés a tener una relación con el sorteo.
Rinconada no lo supo en ese «nanosegundo», pero el cansancio entre los compañeros ya había comenzado a aflorar. Las tragedias musculares de Marc Cardona y Sandro Ramírez, junto al golpe de tobillo de Coco en el primer tiempo, tensaron al equipo en los últimos once minutos de partido y el Mirandés encuentra el milagro del 3-3 en los dos últimos minutos de partido.
Hasta entonces, todo el juego de la UD era el de una estrella de la noche, capaz de vestir el frac camaleónico y mostrar varios récords para competir. El que mejor resultado le dio fue el gallardo, el que va con todo y con una apuesta vertical que llega en tres toques a la portería rival, tumbó de puntapié total la portería de Alfonso Herrero.
El tercer gol amarillo fue el colofón a la sinfonía con la que la UD hizo su baile maridaje con el fútbol de caviar. Enzo emparejado con Sergi por banda, centro hacia el público mientras Benito deja pasar el balón entre las piernas sabiendo, eso sí, que Jony le esperaba en el área y la manda al fondo de la red.
Pero de nada sirvió todo ese machaqueo con el balón, cuando ya le había jurado matrimonio a la directiva otro día, que a la hora de la verdad «se acabó todo», cuando en dos minutos, poco más de los nanosegundos de Falcó, el Mirandés desveló la UD. infidelidad a la victoria y rompió el corazón de la isla.