La mejora del barrio desde la mirada de los niños y adolescentes. Este es el punto de partida del proyecto iniciado por los departamentos de Urbanismo y Servicios Sociales con los escolares de Vega de San José, que se enmarca en la estrategia de Las Palmas de Gran Canaria como ciudad amiga de la infancia.
«El hospital debe estar cerca del campo de fútbol, por si te rompes la pierna». Derek, alumno de quinto grado del CEO de Las Palmas Gran Canaria, tiene las ideas claras. Junto a varios compañeros idearon una maqueta de cómo sería el parque perfecto para ir a jugar. El campamento estaría rodeado de actividades comerciales, desde una clínica veterinaria, hasta una tienda de videojuegos, un bazar chino o un pollo asado. Durante las últimas semanas, niños y niñas de entre 9 y 13 años han planteado cómo sería su barrio ideal, en este caso, la Vega de San José. El laboratorio forma parte de un proyecto conjunto de los departamentos de Urbanismo y Servicios Sociales con el objetivo de potenciar la visión de los más pequeños sobre su entorno.
“El taller estuvo compuesto por cuatro sesiones en las que analizamos las necesidades del barrio”, cuenta Thais Ibaurrondo, arquitecta del estudio Canicca y coordinadora del proyecto con los alumnos, “luego lo comparamos con nuestra visión más técnica”. En una primera fase mapearon la Vega de San José y los niños expuestos cuáles eran sus preocupaciones y peticiones: más seguridad, más limpieza y más zonas deportivas. También demostraron conciencia ambiental y pidieron árboles grandes, áreas de picnic, fuentes y molinos para generar energía eólica en la ciudad.
Tras realizar un recorrido por el barrio junto a urbanistas y arquitectos, los más pequeños plasmaron en el mapa los lugares que más les gustaban pero, sobre todo, los que no les gustaban. Hasta tal punto que en los pasajes internos de la calle Málaga han señalado que es un lugar «peligroso porque un poco escondido y una vez violaron a una niña». Desde el parque situado al norte de la Guardia Civil, sin embargo, advierten que está «un poco sucio y abandonado».
El proyecto se replicará en otros barrios, “queremos que la ciudad mejore con la mirada de los niños”
La seguridad vial es otro punto que han tenido en consideración. ‘La opinión que tienen de los coches es algo ambigua; a veces les parece que tenerlos cerca es bueno, porque no se sienten solos, otras veces los ven como un peligro”, explica Ibaurrondo. Y es que durante las presentaciones una de las chicas señala que el parque que han diseñado en su grupo aleja los coches de la zona de juegos infantil.
Aunque hubo un protagonista, ese fue la energía renovable. El proyecto de Celestina, Indhira, Aitana, Etienne, Evelyn y Haidée se llena de edificios con paneles solares, calles con molinos de viento y farolas LED. “Los ponemos para que la ciudad no dependa de otro tipo de energía”, explica Haidée, señalando el papel de celofán azul que ponen en las casas.
«¿Ya mencionaste a los niños?» pregunta una de las chicas. Y es que este mismo grupo de sexto de primaria recordó aquellos días en los que apenas sabían andar, “ponemos cosas en su sitio para que los más pequeños puedan jugar”. También idearon columpios para niños con discapacidad y mucha sombra con árboles, “porque si no, si hace calor te deshidratas”, dice Etienne. Eso sí, por su parte Aitana lo tiene claro, «En el barrio solo hay un pipican para perros y esta lejos de casa, debe haber mas».
Imaginación al poder
Los alumnos han puesto estos días su imaginación al poder, armados con goma eva, cartón, cartulina, plastilina, cola, unas tijeras y sus propias manos. No podía faltar la idea de poner una zona de colchonetas en el barrio. «Esta fuente está rota porque un niño la pateó», dice Rania, una estudiante de quinto grado.. Y es que algunos ya son visionarios y ven los problemas cotidianos del día a día en una ciudad. Eso sí, en el proyecto de clase pusieron tantas tiendas alrededor del parque que al final se quedaron sin espacio para Burger King, «no estuvo bien». Sin embargo, ni la pollería ni la pizzería se quedaron atrás.
Ibaurrondo señala que, una vez expuestos los modelos de los cuatro cursos quienes participaron en el proyecto, será el momento de analizarlos. “Hemos trabajado con alumnos de quinto y sexto de primaria y de primero y segundo de ESO; Pensamos en mantener dos líneas de acción por la diferencia de edad, pero vimos que confluyen y pensaban más o menos de la misma manera”, indica.
Este proyecto se enmarca en la estrategia puesta en marcha por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria en torno a los más pequeños. La capital fue reconocida el año pasado como Ciudad Amiga de la Infancia, un sello que otorga Unicef y que supone un reconocimiento a las políticas públicas del Consistorio. La idea será replicar esta iniciativa en otros barrios. La concejala de Servicios Sociales, Carmen Luz Vargas, subraya que “la intención es que este proyecto comunitario se repita, queremos que la ciudad cambie y mejore con la mirada de los niños y adolescentes”.
Lo cierto es que no es la primera vez que la Municipalidad de la capital propone un proyecto a un grupo de niños y niñas. En 2018, el Departamento de Urbanismo colaboró con la Fundación Farrah para que los niños de San Nicolás Risco diseñaran el parque que querían y finalmente se materializara.
«Tienen una visión más amplia de su barrio y parece que lo conocen mejor», explica el edil de Urbanismo, Javier Doreste, “a veces los adultos tenemos tendencia a centrarnos en un problema muy concreto y los niños nos pueden ofrecer una visión más amplia”. Por otro lado, el alcalde ha destacado que «hemos visto cómo nuestra visión a veces coincide con la de ellos», en relación con el uso extendido de las energías renovables en sus proyectos, «han puesto placas solares en los edificios y hemos puesto en concurso de hace unos días la instalación de las placas en seis colegios del Cono Sur».