Las leyendas de las islas forman parte de la tradición grancanaria e incluso se atreven a explicar topónimos como Puerto de Las Palmas. Domingo J. Navarro cuenta cómo una luz de Guanarteme llegó a La Isleta, muchos intentaron perseguirla sin éxito. Fue la fama de esta historia que el autor cree que dio nombre al puerto ya la Virgen, patrona de la fiesta naval. Si bien es la relación más atractiva, la teoría más aceptada es que la iglesia de La Luz fue la que le dio nombre. Así lo cuenta la exposición ‘La Luz del Puerto’ en el Museo Canario en conmemoración del 140 aniversario de la primera piedra. Visita libre hasta el 14 de mayo.
Se trata de una exposición de retazos de historia desde la colonización de la isla a manos de Juan Rejón hasta el 26 de febrero de 1883, cuando la primera piedra anunció el futuro del proyecto, que los grancanarios llevaban años pidiendo. Extractos de periódicos de la época, cartas antiguas, planos y fotografías ilustran la historia junto con los hitos más importantes. La conmemoración es fruto de la colaboración entre el Museo Canario y la Autoridad Portuaria.
El comisario de la exposición, Tanausú Pérez, subrayó que las características naturales de los islotes han convertido a la bahía en un lugar excepcional para albergar un puerto. Ya en 1478, tras un ataque portugués, se construyó una torre de defensa, que sería la primera construcción del lugar y antecesora del Castillo de la Luz.
Si bien estas construcciones ya habían demostrado la capacidad geográfica de la bahía para ser utilizada como puerto, la ciudad ya contaba con el antiguo muelle las Palmas en San Telmo. “Desde mediados del siglo XIX existe una polémica sobre la necesidad de ampliarlo, algunas voces creían que era mejor trasladar la construcción hacia La Isleta, pero algunos detractores, curiosamente, decían que estaba muy lejos de la ciudad, y ya sabéis cómo están las cosas hoy en día”, comentó el presidente del Museo de Canarias, Diego López, durante la presentación, a la que también asistió el presidente de la Autoridad Portuaria, Luis Ibarra.
La actividad portuaria seguía aumentando y era necesario aumentar la capacidad del muelle. En 1856 se anunció la creación de un estudio para planificar el futuro de la nueva presa. Un proyecto que nada tenía que ver con lo que podemos ver hoy, esta nueva iniciativa pretendía apoyar a la existente. La historia de la creación del Puerto de La Luz es una constante de idas y venidas. Aunque la Reina también aprobó el presupuesto, la obra nunca fue adjudicada. No fue sino hasta 26 años después de la subasta que una empresa se encargó de dar forma al plan final que trazó el puerto que conocemos hoy.
Ese proyecto tiene mucho que agradecer al famoso ingeniero Juan de León y Castillo. Su puerto fue una visión de futuro para consolidarlo como “escala en la navegación de largo recorrido, como estación naval y estratégica y como centro comercial de la cercana costa africana”, tal y como se refleja durante la exposición. Eran 432 metros con posibilidad de ampliación en futuros proyectos, una construcción importante. En este caso sí consiguió una empresa que empezó a operar en la zona. Pero no todo fue color de rosa y tras sucesivos aplazamientos y dos solicitudes de prórroga de obras que tenían una duración estimada de nueve años, se rescindió el contrato. Sólo unas decenas de metros podían ver al Gran Canarias desde el nuevo muelle.
Sin duda el ambiente era de derrotismo para una iniciativa siempre en boca, pero nunca implementada del todo. Ha resurgido el debate sobre si centrarse en el nuevo puerto o en el existente. Pero no hubo dudas cuando la Ley de Puertos declaró el de Santa Cruz de Tenerife de interés general de segundo orden y dejó los de la capital grancanaria como puertos de interés local.
Fue necesaria la intervención del canciller, Fernando León y Castillo, hermano del ingeniero que dio vida al proyecto. León y Castillo tenía aprobadas por el Ministro de Obras Públicas las obras de un puerto de refugio. Así se aprobó el proyecto de Juan Castillo y León.
La alegría no duraría mucho cuando la subasta de la obra quedó desierta por su alto costo. Los grancanarios se sentían defraudados y no había fin a un proceso tan largo y tormentoso. Hasta que hubo.
En 1882 Juan León y Castillo logró reducir costos y la empresa ganadora Juan Swanston inauguró las obras colocando la primera piedra en una ostentosa ceremonia repleta de importantes personalidades como el obispo Agustín Millares Torres o el alcalde Felipe Massieu.
La noticia produjo la exaltación de la empresa. No fue por nada que la prensa de la época elogió el evento: «Nunca ha brillado un sol más espléndido en esta isla que hoy».. Con ese sol real como metáfora, La Luz se hizo a partir de un proyecto que transformó la economía de Gran Canaria.