Pocos equipos de esta categoría pueden presumir de un factor ambiental como el que disfruta la UD cada vez que juega en casa, con una asistencia media en Gran Canaria de más de 20.000 espectadores. Pero lo que debía convertirse en una vitamina insuperable para garantizar resultados y puntos se ha convertido, paradójicamente en el fútbol, en una especie de colapso, a la luz de los números y de una tendencia que está arruinando las posibilidades de promoción directa. Sin ir más lejos, el último revés en casa, ante el Villarreal B, impedirá que Las Palmas, salvo una impensable carambola, certifique su salto de categoría el próximo sábado en Cartagena y aún no se sabe si acabará desembocando en un ascenso que nadie quería
La UD no ha ganado un partido en su feudo desde el pasado 26 de febrero (2-0 ante la Ponferradina) y disputó cinco partidos consecutivos en casa, encajando: cuatro empates (Málaga, Sporting, Levante y Villarreal B) y una derrota (Oviedo). De hecho, las dos únicas victorias en las últimas once jornadas han llegado en casa (Albacete y Eibar)lo que acentúa una inusual sequía en la isla y que hoy explica gran parte de las incertidumbres abiertas sobre la clasificación a falta de dos partidos para el final del calendario regular.

En el global de los partidos de casa (20), se consiguieron 35 puntos, porcentaje inferior al del Granada (52), Alavés (43) o Eibar (40). Precisamente, de los cinco primeros clasificados, es el conjunto dirigido por García Pimienta el que ha dejado un mayor número de unidades como defensores de la plaza. Ante su afición, hubo más partidos en los que no ganó (11, repartidos en 8 empates y 3 derrotas) que en los que ganó (9).
Esta fragilidad no se explica del todo en lo personal, siempre agradecido por el calor que recibe de su propia gente y que en numerosas ocasiones ha reconocido el sentimiento de deuda contraída por no poder corresponder tanta lealtad con lo que come, que es ganar. Por tantos méritos expuestos y episodios de mala suerte, que también ocurrieron, En la UD se asume que el premio que anhelan sus socios y simpatizantes no se mide en rendimiento o esfuerzo, sino en victoriaEs por la naturaleza de un proyecto donde todo lo condiciona para ser la próxima campaña en la máxima categoría.

“Ahora es el momento de ganar en casa”, reconocía García Pimienta el pasado viernes en la última confesión en voz alta al respecto, consciente de que hacerse fuerte en su propio terreno tenía un valor capital para asegurarse un puesto entre los dos primeros y evitar el peaje de los playoffs a vida o muerte como sucedió el año pasado.
Por si fuera poco, la última jornada será en Siete Palmas y recibirá a un Alavés que podría meterse de lleno en la lucha por el ascenso directo. los precedentes no aseguran nada pero, por ahora, pesan mucho a la hora de hacer previsiones en esa fecha que se vislumbra en el horizonte como definitiva. No parece que nada se arregle antes y gracias, en parte, al agujero de Gran Canaria.