Nos hemos estado preguntando eso desde que nos levantamos de la cama. A veces visualizamos el momento del pitido arbitral con la euforia en las gradas y la Rama improvisada en las calles de Gran Canaria y donde haya un canario plantado por el mundo; pero otras veces el cordobazo como un amigo ceniciento y solo se escucha ese silencio casi sepulcral que deja ecos lejanos de los pocos hinchas del equipo contrario que hay en las gradas. Entonces lo que hacemos es preguntar a todos, o nos preguntan a nosotros, como cuando preguntamos si habrá vida después de esta vida, y cada uno responde lo que el otro necesita escuchar, que habrá vida después de la muerte y que obviamente, Las Palmas ganó 4-0 el sábado en Gran Canaria.

Esta mañana, cuando acompañaba a mi hija al colegio, un padre, buen amigo y simpatizante de la Unione Sportiva, me preguntó qué le había pedido ayer a otro padre de un amigo de mi hija, en este caso periodista deportivo. La pregunta era exactamente la misma, con el pronombre personal al principio: «¿crees que subimos?», y la respuesta en ambos casos era idéntica: «claro que subimos», así que, con esa claridad y certeza que podrían escribir los dioses, los hados o los que trazan la posibilidad del fútbol, ​​quizás las posibilidades más retorcidas, en algún lugar del infinito.

Lo que me gusta de estos días son precisamente las preliminares, todo lo que ya hemos jugado en el partido sin que los equipos hayan salido al campo, ese estado de euforia o alegría contenida, las opiniones mutuas o la inevitable llegada del pesimista y el aguafiestas que te cuenta. que pasará lo de siempre y que nos iremos a casa murmurando fracasos; pero no, lo de siempre implica muchos ascensos y muchos momentos inolvidables y triunfales en Insular, Gran Canaria o en muchos estadios de España o del extranjero (en Bratislava, por ejemplo, o aquí ante el Turín). Tenemos derecho a ser ansiosamente felices ya vivirlos con la intensidad con que se viven estos encuentros. Más tarde, cuando el balón empiece a rodar, dejaremos este mundo onírico y volveremos a la realidad futbolística, esa que no tiene respuestas hasta el final del partido. Como en la poesía de Cavafis, aquí cuenta el viaje y esa Ítaca que no deja de evocar recuerdos y gestas inolvidables de la Unione Sportiva. Ya me he quitado las camisetas autografiadas de los jugadores que jugaron con Quique Setién en Primera División la temporada pasada. Lo he tenido desde que bajamos. Volver a verlo es casi como mirar a la orilla y contemplar Tamadaba al llegar en ferry desde Tenerife. Ese horizonte había estado oculto durante mucho tiempo. Solo para poder verlo vale la pena esperar este partido.