José Luis Mendilibar (Zaldibar, Bizkaia, 1961) es el hombre del momento con su Sevilla campeón de la Europa League. Todo son elogios para el vasco, representante de la vieja escuela en los banquillos por su sencillez y naturalidad, así como por la presencia que impone en sus equipos. En Nervión heredó un proyecto tocado por la muerte, con riesgo de descenso. Llegó a finales de marzo en medio de mil dudas y, desde entonces, todo eran buenas noticias. Destaca en la liga hasta el punto de sortear el peligro de caer en Segunda División, y en las competiciones continentales por excelencia: elimina a dos transatlánticos como el United y la Juventus y tumba en la final a la Roma de Mourinho.
Pero Mendilibar, antaño un modesto delantero futbolístico que surgió en Lezama y pasó por Logroñés, Sestao y Lemona, Su trampolín definitivo llegó en Canarias en los banquillos con ese Lanzarote que exaltó y llevó a la meta de ser primero de su grupo. Hay que remontarse al verano de 2002. Segunda B ya extinguida y movimiento bizarro: Lanzarote había fichado por su banquillo Yosu Uribe pero, de repente, se cruzó la UD Las Palmas, que se lo llevó. Con el equipo de pretemporada en Gran Canaria y sin entrenador, Txema Mañaricúa, ahora presidente de la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo (Feht) y luego al frente del Castillo, aconseja a Falero, secretario técnico del rojillo, que apueste por un Mendilibar que nadie conocía. Lo que parecía una maniobra precipitada, firmada de oídas, resultó ser una decisión magistral. En su primera temporada, tercer puesto del grupo I, y en el curso 2003-04, campeonato del grupo IV.

Campañas consecutivas de ascenso y eliminatorias de Copa para el recuerdo, como la del Atlético de Madrid dirigida por Fernando Torres y Luis Aragonés. La cultura ganadora fue la impuesta por un Mendilibar que, Tras su exitoso ciclo en Arrecife, no ha dejado de crecer. Diecinueve años consecutivos como director y siempre en Primera División, a excepción de su temporada en el Eibar de David Silva (2004-05) y la 2006-07 con un Valladolid al que ascendió. Y siempre acompañado del preparador físico Toni Ruiz, Ñito, un hombre de tierra.

Lanzarote fue el primer equipo que hizo campeón, ejercicio de memoria que conviene ahora para contextualizar su legado y algunos de los que fueron protagonistas con él en aquellos inicios lo siguen reconociendo.
“Lo ves ahora y es lo mismo. Con el traje, con los gestos, su forma de hablar, de moverse… No ha cambiado», dice. Vladímir Ramos, uno de los futbolistas más importantes de Lanzarote que estuvo a las órdenes del técnico sevillista. «Es el mejor entrenador que he tenido. Entrenamientos cortos pero intensos. Terminaste muerto pero querías volver a trabajar porque te divertiste y aprendiste. Recuerdo tostadores. Supo diferenciar convivencia y exigencia. Y no hizo distinción entre titulares y suplentes. El que gana juega. Estaba muy contento con el Sevilla, por él y por Ñito».

sergio hernandez, otro de los más importantes de aquel grupo que volaba en Segunda B, afecta los mismos rasgos marcados del que fuera su compañero: «Me parece oírle decir que no le gustan los equipos que le patean el culo. Así nos dijo y así sigue diciendo. Llegó como un paliativo, rodeado de dudas, pero en cuanto puso en marcha su método de trabajo vimos que iba en serio. Uno nunca espera que los resultados que tuvimos en esos dos años se hagan realidad. Y, a nivel personal, nunca me había llevado tan bien con él. Un entrenador que sabe de fútbol, ambicioso, siempre atento a todo…».