Hasta el pasado mes de marzo, Antonio Ruiz, Ñito (Las Palmas de Gran Canaria, 1969), estuvo en el campo de la panadería Pulido de Santa Mateo y también había estado involucrado en la base de Huracán. Fútbol juvenil modesto y puro, alejado de los focos y los titulares. «Me encanta estar en el campo y con los jugadores, en el mío. También mira los juegos. No me puedo quedar quieto y no me importa el lugar mientras me sienta cómodo”, se justifica. Pero la llamada desde Sevilla fue para José Luis Mendilibar y, automáticamente, tuvo que hacer las maletas y trasladarse a Nervión. Hoy es campeón de la Europa League y la próxima temporada disfrutará de la Champions League. Mira hacia atrás y el vértigo no puede controlarlo. Tras su debut en los equipos juveniles de Unión Viera y su paso por Santa Brígida, filiales de la UD Las Palmas (seis años y con una incursión en el primer equipo en 1998 con Quintana Nieves) y Castillo, allá por 2002 conoció a Mendilibar en un tan accidental como premonitorio: desde entonces, que se dice pronto, no se ha separado del técnico vasco: 21 años, 17 en Primera División. Y, ahora, con un título oficial en el palmarés.
Qué final de temporada…
-Es un sueño. Y digo un sueño por decir algo porque cuando llegamos al Sevilla no podíamos ni pensarlo. El equipo estaba en una mala situación, muy delicada, y la preferencia era solucionar el problema que surgió con el riesgo de descenso. Pero en Europa no podíamos rendirnos sin competir y siempre lo hemos tenido todo en contra. Aquel comienzo del empate ante el United, perdiendo 2-0 y con todo cuesta arriba hasta que conseguimos igualar y luego, en casa, sellar el paso. Luego una Juve que nos igualó en Turín fuera de tiempo y en el Sánchez Pizjuán nos empujó al límite. Y luego la final contra la Roma, que también hizo lo que no queríamos: avanzar en la clasificación. Todo esto y con la clasificación del campeonato de por medio y que fuimos resolviendo poco a poco. Difícil resumir en palabras la tensión y las emociones que hemos vivido en estos tres meses.
Pero valió la pena…
-Obviamente. Desde hace unos días que estamos locos, de celebraciones, de buenos deseos. El lado bonito del fútbol cuando ganas. Y de nuevo, la verdad, sin tiempo para asimilarlo todo. Es una felicidad inmensa que supongo podré procesar cuando pronto esté de vacaciones en Las Canteras. Ahora uno está en shock. Y sin dejar de trabajar porque la temporada ha continuado hasta ahora.
-Con Mendilibar lo vivió todo menos esto…
-Sí. Nunca hemos tenido una experiencia de este nivel. Tampoco teníamos una plantilla como la del Sevilla, de una calidad extraordinaria. Muchos entrenadores, muchos preparadores físicos, no pudieron ni podrán trabajar nunca con un grupo como el que hemos tenido aquí. Es una suerte para nosotros y que, afortunadamente, hayamos conseguido culminar con este título. Me gusta recordar de dónde vengo para darle importancia a lo que tengo.
-¿Qué secreto guarda su sociedad con Mendilibar, más de dos décadas de fidelidad en un mundo volcánico como el del fútbol profesional?
-No sé si existe un caso similar porque, es cierto, han pasado muchos años y con un entendimiento personal y profesional que no ha cambiado desde la primera vez que nos conocimos. Entendemos el fútbol y la vida de la misma manera. No puedo explicarlo de otra manera. Sé que la relación que hemos formado y consolidado no es muy frecuente, pero no hay mayor secreto que el de la misma forma en que vemos las cosas, entendemos y experimentamos el fútbol.

-Algunos de los jugadores que han tenido en Lanzarote dicen que Mendilibar sigue siendo el mismo por la forma en que lo ven expresarse y dirigir. ¿Cuánto le ha ayudado compartir sus orígenes en un modesto club de segunda B?
-Mendilibar siempre ha dicho que el Lanzarote fue un equipo clave en su carrera, porque le hizo salir del País Vasco y supo evolucionar. Fue una oferta que le cambió la vida, como si fuera a trabajar con él.
-Una recomendación de Txema Mañaricúa, que Yosu Uribe dejara Lanzarote plantado para irse a la UD Las Palmas… Todo empezó de una manera un tanto bizarra. ¿Podría especificar cómo sucedió todo?
-Me llama Juani Castillo, me conoce desde que estábamos juntos en la UD, y me dice que se va a entrenar a Lanzarote y que quiere que vaya con él. Llamo a Txema, que era director deportivo del Castillo, que era mi club, para decirle que tengo esa posibilidad. Y Txema me informa que Lanzarote acaba de contratar a un entrenador vasco. Y me pregunta si, de la misma forma, me gustaría ir a ayudarle a integrarse en el fútbol canario y aportar mis conocimientos como preparador físico. Me llamó la atención saliendo de casa para probarlo y le dije que no habría problema. Consultaron a Mendilibar, aceptó y, con el beneplácito de Lanzarote, me incorporé a él a trabajar. Hasta hoy.
– Accidente en la figura de Txema Mañaricúa. Sin él…
-Para mí, además de ser un gran amigo, es la persona que me dio el empujón definitivo para ser quien era en el fútbol. Sin él, nada de lo que viví hubiera sucedido.
-¿Puede su larga y sostenida carrera fuera de las Islas Canarias ser un punto de recuperación del valor del profesional isleño a menudo aislado en el fútbol más allá de las Islas Canarias?
-No pretendo ser ejemplo de nada para justificar a nadie. Tengo suficiente para tratar de hacer mi trabajo. Pero lo que sí puedo decir es que en Canarias tenemos magníficos profesionales en todos los ámbitos del fútbol y si tuvieran la oportunidad de demostrarlo en el extranjero, seguro que lo harían. Me dieron esta oportunidad y es algo que agradezco porque Mendilibar siempre confió en todo lo que yo podía aportar. No todos los entrenadores tienen esta mentalidad.
-¿Qué recuerda de su fugaz experiencia con el primer equipo de la UD?
-Era 1998, cuando Quintana Nieves tomó el mando del equipo. Venía de sucursales y fue un honor y una gran responsabilidad para mí. Me enriqueció mucho aunque fue una etapa relativamente corta.

-¿Te han llamado alguna vez para volver a la UD? Es sorprendente con todos los cambios en el cuerpo técnico en las últimas dos décadas que no han querido casarse.
-Creo que en la UD entienden, como es, que mi figura es inseparable de la de Mendilibar. Que si no lo llaman a él, no tiene mucho sentido que me llamen a mí. Afortunadamente, no hemos dejado de filmar el comienzo de esta temporada, en la que tuvimos que esperar al destino.
¿Tienes amigos en la UD?
-Patricio Viñayo, el analista Carlos Comas, conozco a David Gómez, el preparador físico…
-¿Y un día no quieres volver a tu tierra?
-Tengo claro que en un futuro me gustaría ir con mi familia a Gran Canaria. La tierra propia siempre está ahí y en la medida en que te has acostumbrado a vivir con una maleta al hombro, tienes la idea de volver. Será cuando tenga que ser.
-¿Seguirán en Sevilla?
-Bien, tendrá que decir el club. Supongo que en estos días todo se aclarará. Creo que juntos hemos dejado al Sevilla en el lugar que se merece. Esto es lo importante.